domingo, 7 de octubre de 2007

MARCO AUGUSTO QUIROA


La Revista de la Escuela Nacional de Artes Plásticas señala su estilo como “figurativo con tendencias al sintetismo”. En el catálogo Guatemala Arte Contemporáneo (1996) se incluye entre los estilos pictóricos que ha explorado el Expresionismo de Recreación Latinoamericana con variantes que llegan a “un tipo de realismo social que se nutre de las culturas populares guatemaltecas”.
Hay que ver como influencia inmediata en la producción de Marco Augusto Quiroa la de los artistas que surgen poco antes, alrededor y durante la Revolución de 1944. Según Dagoberto Vásquez Castañeda, 1966, la Revolución es la “consecuencia de cambios político-sociales que agudizan la conciencia de la situación guatemalteca como problema, provoca el interés por aspectos particulares de ésta y por ende, del hacer artístico...”.
Su primera formación toca la vitalidad insuflada por los pensamientos democráticos del lapso citado y posteriormente, la resistencia moral generada, en una parte del sector artístico, en consecuencia del golpe de estado promovido por el Movimiento de Liberación Nacional.
Puede percibírsele como integrante de una verdadera generación emergente. Ésta se asume -por temporalidad- “dentro de las segundas vanguardias y desde 1968, como parte de corrientes posmodernas” que van del “Informalismo y el Expresionismo Abstracto a las diferentes manifestaciones del arte conceptual, la nueva figuración, los nuevos tipos de realismo o fotografismo y tendencias iniciadoras de lo que hoy se conoce como neoexpresionismo, transvanguardia y otras modalidades...” (Roberto Cabrera Padilla, 1997). Quiroa está en contra de las etiquetas porque “las definiciones son arbitrarias”.
Los años siguientes a 1958 le sumergen en una intensa actividad individual y grupal. El Círculo Valenti (1963) surgió un conjunto de propuestas individuales cuyo último fin fue, “a los ojos de algunos críticos”, presentar “las innovaciones en el medio”. Ya en aquel momento posee colorido y temáticas de origen populista (Enrique Anleu Díaz, 1993).
Su iconografía más conocida surge de su inagotable capacidad de observación. El conocimiento de los lenguajes pictórico y escrito, su necesidad de decir cosas, denunciarlas, celebrarlas, le ha llevado a crear retratos que no son indiferentes a las circunstancias que definen la personalidad de lo guatemalteco. No ha exceptuado de sus imágenes sociales al buen humor. Principalmente cuando se trata de ilustrar la palabra escrita.

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